LOS AEROPUERTOS
Si tu avión sale a las 12 del medio día, estate 4 horas antes, no 2 como dice todo el mundo. Cuando vas de viaje estás contento porque vas en avión (algo que no haces habitualmente) pero llegas al parking y pierdes 20 minutos para encontrar aparcamiento. Cuando al fin aparcas no puedes salir bien del coche porque el de al lado ha aparcado mal y tienes que bajar metiendo barriga y aguantanto la respiración al no poder abrir completamente la puerta. Te pasas 10 minutos dando vueltas buscando la puerta de salida y cuando al fin la encuentras y llegas al aeropuerto resulta que esa no es tu terminal. Una vez andas con todas las maletas hasta la tuya vas a facturar la maleta y después de haber hecho una cola de 20 minutos te dicen que tu maleta pesa 23,6 kg y el máximo es 23 kg. Te quedas entonces pensando: “pero si en mi casa pesaba 22'5 kg!” El caso es que te toca salirte de la cola, abrir la maleta en medio del aeropuerto, ponerte 3 camisetas, 2 pantalones , 2 chaquetas y meter la bolsa de aseo en tu bolso de mano. Entonces vuelves a la cola de 20 minutos y consigues facturar tu maleta. Cada vez te vas molestando más, pero no pasa nada porque te vas de vacaciones. Muerto de sed y de calor, que de tantas cosas que llevas pareces el muñeco michelín vas a comprar agua y una chocolatina para picar algo. Pero llegas al mostrador y te dice la dependienta: “Son 6,5 €.” Con cara de atontado piensas: “¿lo habré escuchado mal?”, le pides que lo repita y te dice: “son 6,5 € señorita” (con retintín). Entonces tú piensas: “¿me habrá pasado el agua 3 veces?” y es entonces cuando te da por mirar el precio del agua y de la chocolatina y ves: 3€ y 3,5 €. Para no parecer un rata lo pagas y te vas a la zona wifi a conectarte a internet a ver si se te pasa el malhumor que llevas, pero sacas tu iPod y cuando te vas a conectar hay un letrero que pone: “SÓLO IPHONE”. Con ganas de gritar por haberme cobrado 6,5 € por una botella de agua y una chocolatina y de quemar el cartel de “SÓLO IPHONE” te vas a la zona de embarque para esperar allí. Miras en los paneles y resulta que tienes que ir al otro extremo del aeropuerto. Después de haber andado media hora te hacen quitarte el cinturón, las botas, los anillos, la pulsera, el collar y la mochila, pero aun así te pita el detector de metales y te tienen que cachear. Es entonces cuando te dicen: “no puedes llevar la bolsa de aseo porque tienes la pasta de dientes, el champú, la crema y el listerine con más cantidad de 125 ml. Y tu piensas sudando por toda la ropa llevas: “pero qué voy a llevar en el champú? Una bomba?” Coges lo que te queda y esperas a oir por el megáfono que entres al avión y en lugar de eso oyes una voz en todos los idiomas menos en el tuyo que el vuelo 365478943 se retrasará tres horas por mal tiempo. Mientras que sacas tu billete para comprobar el número de tu vuelo rezas para que no sea ese, pero desgraciada e irónicamente ese es el tuyo. Empiezas a sentir pinchazos en el pecho porque si lo suspenden pierdes el transbordo que te había costado 400 €, te empiezas a imaginar a tu novio esperando como un tonto en el aeropuerto, piesas que tu maleta ya esta facturada y ha llegado a tu destino antes que tú y empiezas a recordar al imbecil que ha aparcado mal en el parking, que te han trucado el peso de la maleta, todo lo que llevas puesto encima, que te han quitado tu bolsa de aseo, que te han cobrado 6,5 € por una botella de agua y una m... de chocolatina, que no te has podido conectar a internet porque te compraste el iPod en vez del iPhone, que te han hecho desvestirte y aun así te ha pitado el detector de metales, que los megáfonos hablan en todos los idiomas menos en el tuyo, los kilómetros que andaste de punta a punta del aeropuerto, las tres horas que has tenido que esperar por el retraso, el calor que has pasado con todo lo que llevavas puesto... Pero... te sientas en la terminal y empiezas a ver a las personas que cogen tu mismo vuelo y te fijas en un chico mirando en su cartera la foto de su novia, a dos personas mayores juntas hablando sobre lo que les espera en sus vacaciones, a una chica escribiéndole una carta a su madre... y es entonces cuando olvidas todo lo que has pasado y te das cuenta de que un aeropuerto no es ni más ni menos que el centro de toda, ilusión, amor y recuerdos. Donde te llenas de esperanzas por ver tu destino, nuevo y desconocido; o donde con ansia e ilusión imploras el regreso con los tuyos.
Quien haya pensado que escribo para quejarme de los aeropuertos SE HA EQUIVOCADO.
Andrea Requena
Si tu avión sale a las 12 del medio día, estate 4 horas antes, no 2 como dice todo el mundo. Cuando vas de viaje estás contento porque vas en avión (algo que no haces habitualmente) pero llegas al parking y pierdes 20 minutos para encontrar aparcamiento. Cuando al fin aparcas no puedes salir bien del coche porque el de al lado ha aparcado mal y tienes que bajar metiendo barriga y aguantanto la respiración al no poder abrir completamente la puerta. Te pasas 10 minutos dando vueltas buscando la puerta de salida y cuando al fin la encuentras y llegas al aeropuerto resulta que esa no es tu terminal. Una vez andas con todas las maletas hasta la tuya vas a facturar la maleta y después de haber hecho una cola de 20 minutos te dicen que tu maleta pesa 23,6 kg y el máximo es 23 kg. Te quedas entonces pensando: “pero si en mi casa pesaba 22'5 kg!” El caso es que te toca salirte de la cola, abrir la maleta en medio del aeropuerto, ponerte 3 camisetas, 2 pantalones , 2 chaquetas y meter la bolsa de aseo en tu bolso de mano. Entonces vuelves a la cola de 20 minutos y consigues facturar tu maleta. Cada vez te vas molestando más, pero no pasa nada porque te vas de vacaciones. Muerto de sed y de calor, que de tantas cosas que llevas pareces el muñeco michelín vas a comprar agua y una chocolatina para picar algo. Pero llegas al mostrador y te dice la dependienta: “Son 6,5 €.” Con cara de atontado piensas: “¿lo habré escuchado mal?”, le pides que lo repita y te dice: “son 6,5 € señorita” (con retintín). Entonces tú piensas: “¿me habrá pasado el agua 3 veces?” y es entonces cuando te da por mirar el precio del agua y de la chocolatina y ves: 3€ y 3,5 €. Para no parecer un rata lo pagas y te vas a la zona wifi a conectarte a internet a ver si se te pasa el malhumor que llevas, pero sacas tu iPod y cuando te vas a conectar hay un letrero que pone: “SÓLO IPHONE”. Con ganas de gritar por haberme cobrado 6,5 € por una botella de agua y una chocolatina y de quemar el cartel de “SÓLO IPHONE” te vas a la zona de embarque para esperar allí. Miras en los paneles y resulta que tienes que ir al otro extremo del aeropuerto. Después de haber andado media hora te hacen quitarte el cinturón, las botas, los anillos, la pulsera, el collar y la mochila, pero aun así te pita el detector de metales y te tienen que cachear. Es entonces cuando te dicen: “no puedes llevar la bolsa de aseo porque tienes la pasta de dientes, el champú, la crema y el listerine con más cantidad de 125 ml. Y tu piensas sudando por toda la ropa llevas: “pero qué voy a llevar en el champú? Una bomba?” Coges lo que te queda y esperas a oir por el megáfono que entres al avión y en lugar de eso oyes una voz en todos los idiomas menos en el tuyo que el vuelo 365478943 se retrasará tres horas por mal tiempo. Mientras que sacas tu billete para comprobar el número de tu vuelo rezas para que no sea ese, pero desgraciada e irónicamente ese es el tuyo. Empiezas a sentir pinchazos en el pecho porque si lo suspenden pierdes el transbordo que te había costado 400 €, te empiezas a imaginar a tu novio esperando como un tonto en el aeropuerto, piesas que tu maleta ya esta facturada y ha llegado a tu destino antes que tú y empiezas a recordar al imbecil que ha aparcado mal en el parking, que te han trucado el peso de la maleta, todo lo que llevas puesto encima, que te han quitado tu bolsa de aseo, que te han cobrado 6,5 € por una botella de agua y una m... de chocolatina, que no te has podido conectar a internet porque te compraste el iPod en vez del iPhone, que te han hecho desvestirte y aun así te ha pitado el detector de metales, que los megáfonos hablan en todos los idiomas menos en el tuyo, los kilómetros que andaste de punta a punta del aeropuerto, las tres horas que has tenido que esperar por el retraso, el calor que has pasado con todo lo que llevavas puesto... Pero... te sientas en la terminal y empiezas a ver a las personas que cogen tu mismo vuelo y te fijas en un chico mirando en su cartera la foto de su novia, a dos personas mayores juntas hablando sobre lo que les espera en sus vacaciones, a una chica escribiéndole una carta a su madre... y es entonces cuando olvidas todo lo que has pasado y te das cuenta de que un aeropuerto no es ni más ni menos que el centro de toda, ilusión, amor y recuerdos. Donde te llenas de esperanzas por ver tu destino, nuevo y desconocido; o donde con ansia e ilusión imploras el regreso con los tuyos.
Quien haya pensado que escribo para quejarme de los aeropuertos SE HA EQUIVOCADO.
Andrea Requena
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